CÁLLAME CON UN BESO

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jueves, 29 de diciembre de 2011

El tiempo corre encontra

22 de diciembre del 2006 sobre las 13 de la tarde


 Bajo el umbral de la habitación dos cuerpos se desperezan, después de la noticia, mis ojos eran diferentes y mi amor por él aumentaba. Él aun seguía sobre la cama, su silueta se confundía con las sabanas, le di un beso y me levante. Me vestí y me dirigí hacia el salón, me senté sobre el sofá y sin saber muy bien porque, encendí el ordenador, simplemente me apetecía ver nuestros vídeos, nuestras fotos, los relatos que me enviaba, quería que todo fuese como antes. 
Aproximadamente 15 minutos después, apareció, estaba en el marco de la puerta y me observaba con sigilo, su rostro seguía con una nula expresión, pero aun conservaba ese toque de picarda que me volvia loca. Corriendo se lanzo sobre mi y tumbados en el sofá, empezó a hacerme cosquillas. Parecía que todo se había olvidado. Me propuso comer fuera, en mi restaurante favorito. 
Cogí el bolso y el casco, y bajamos las escaleras. Cuando me quise dar cuenta ya estábamos por la Av de Blasco Ibáñez, 80 km/h gira a la derecha 50, 40, 35 km/h calle Serpis. 
Bajamos de la moto, parecía todo tan irreal, era como si nada hubiese pasado, me cogió de la mano me hacia sentir la chica más afortunada del mundo y entramos en Spaghetti & Blues, era nuestro restaurante favorito, antes íbamos más. Edgar nos reconoció.
-Hola, cuanto tiempo, ¿Qué tal todo?, ¿Qué queréis tomar?
-Hola Edgar- repetimos a la vez- pues yo un plato de macarrones con nata
-Y yo una pizza, gracias
-¿Y para beber?
-Coca cola zero
-Vale,ahora os sirvo
Mientras esperábamos a que nos sirvieran, decayó un poco el ambiente, Borja hacia todo lo posible por distraerme y no pensar en que solo faltaba 1 mes para irse, así lo habíamos decidido, si, estudiaría en Berlin y ya veríamos que nos depararía el tiempo. Su mirada se centraba en mis ojos, en mi boca, se notaba que estaba sufriendo por mi y que no podía reprimirse ni un minuto más.
-Sabes luego podríamos ir a los viveros, pasear por allí o al jardín de Monforte, ¿Qué te parece?
-Bien, muy bien necesito escapar, lo último que quiero es quedarme sola en casa, quédate esta noche conmigo- no era una pregunta, mi tono de voz no permitía réplica.
-Vale, me parece bien, pero con una condición, que vuelvas a ser la misma que antes, la persona más activa, loca y vivaz que he conocido. Y que bueno, que sonrías princesa.
Estalle en llanto, le amaba, le quería demasiado, y él lo sabia. No esperamos más, ¿Por que esperar si el timpo corría en contra?  pasados 15 minutos la comida no estaba en la mesa, y habíamos cambiado de planes, dejaríamos la comida para otro momento. Subimos en la moto y por la Av de Menéndez Pelayo salimos a la calle artes gráficas. Aparcamos y entramos en el jardín de Monforte, no había mucha gente eran las 2 y media de la tarde. Algún pintor rezagado y cuatro o cinco parejas mayores. Subimos las escaleritas que conducían al estaque. Nos sentamos en los bancos y miramos los peces, parecíamos niños pequeños, inocentes. Estábamos poniendoles nombre a los peces y sin saber como terminamos jugando al pilla pilla alrededor de él. Me cazo y me subió a su hombro, empezó a darme vueltas, reíamos como niños, nos amábamos. Todo en ese momento se olvido corríamos por todo el jardín bajo la mirada atónita de los visitantes, escaleras para arriba, para abajo subiendo a la torre, en la fuente, junto al estanque. Nos fundimos en un profundo beso, notaba su corazón, iba a mil, mis pulsaciones también, se me escapo una lágrima, pero una lágrima de felicidad, por tenerle aun y por haber vivido tantos momentos junto a él.
Lo noto, paro de besarme y me cogió la mano, no se lo permití, le dije que siguiera, que necesitaba ese beso más que nunca.
Eran las seis de la tarde y aun estábamos deambulando por Valencia, de arriba a bajo, decidimos coger el valenbisi y recorrer el paseo de la Pechina. Terminamos agotados y volvimos a Monforte. Subimos en la moto y paramos en el portal de casa, por el camino habíamos decidido que se quedase en casa hasta el día 10 que volvían mis compañeros. Así que baje de la moto, me despedí con un cálido beso y él fue a recoger sus cosas de casa, para pasar nuestras últimas semanas.
Perdí de vista la moto negra, me quede mirándola hasta que desapareció y entre en el portal.



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